La Dra. Alicia Oiberman en uno de sus artículo explica como la medicalización del acto del nacimiento en la sociedad occidental ha permitido disminuir el riesgo de morbi-mortalidad materno-neonatal pero a expensas de la expresión de la emoción en esos momentos. La introducción del campo psicológico durante el periodo neonatal es un campo de nuevo conocimiento, pero ¿qué es la Psicología Perinatal?
Podemos definir la Psicología Perinatal como un ámbito de especialización de la Psicología. Abarca el período que transcurre desde la aparición del deseo de hijo/a, pasando por la gestación, el embarazo, el parto-nacimiento, el puerperio, y la crianza temprana. Es una etapa es especialmente vulnerable y reclama por tanto una particular atención desde la Psicología. Implica un momento de crisis vital con gran impacto emocional para quienes lo viven y con consecuencias importantes para la salud psíquica del bebé que está por nacer. Por ello, es necesario considerar que con cada nacimiento se producirán ciertas manifestaciones que son habituales y otras que pueden ser una señal de alerta, por lo que resulta clave no patologizar, así como detectar, diagnosticar y tratar precozmente cualquier tipo de trastorno.
La psicología perinatal abarcaría la detección, el diagnóstico y la intervención en diferentes ámbitos de actuación: dificultades en la concepción, embarazos en mujeres en riesgo de exclusión social o antecedentes psicopatológicos, duelos gestacionales y perinatales, partos traumáticos, psicopatología en el embarazo y puerperio, prematuridad, dificultades en la asunción de la función materna-paterna, síntomas y trastornos psicosomáticos del infante (0-3) entre otros.
El objetivo general de la Psicología Perinatal es promover la salud psíquica familiar de madres, padres y bebés.
La Dra. Alicia Oiberman hace referencia a que la historia nos muestra que en distintos períodos y culturas existían amuletos, brebajes, y otros elementos asociados a lo mágico que se utilizaban para conjurar el riesgo de muerte para el niño y/o la madre en el momento del parto.
Todas estas prácticas ocupaban de alguna manera, el lugar de la palabra, en un momento difícil y de gran intensidad emocional: el momento del nacimiento.
Será necesario atravesar todavía un largo y difícil camino para que la psicología perinatal pueda recuperar el espacio histórico de las antiguas matronas y tomar la palabra en las maternidades, sabiendo que el escenario principal es ocupado por el cuerpo de la madre, primero y por el del niño después.
A través de nuestro trabajo cotidiano en la maternidad, junto a pediatras y neonatólogos hemos comprobado que la palabra emerge a partir de que el psicólogo mismo “pone el cuerpo” junto al de la madre, al del niño y al equipo médico.
Y es la palabra la que contribuye a facilitar la dimensión emocional de la maternidad e ubicar al niño en el encadenamiento histórico familiar, posibilitando su “nacimiento psicológico”.
Tras la lectura del artículo y la experiencia en grupos de madres e interacción con personal sanitario (desde matronas, enfermeras, pediatras, neonatólogos…) se encuentra una necesidad de profundizar en el significado del maternaje en el proceso del nacimiento.
Durante mucho tiempo, el hipertecnicismo en los cuidados neonatales encubrió la necesidad tanto del recién nacido como de su familia de tener contacto e interactuar a pesar de las dificultades. Afortunadamente los estudios sobre los efectos nocivos de las separaciones precoces desencadenaron un cambio radical en las prácticas habituales en las maternidades y ya no se separa a los recién nacidos de sus madres.
La maternidad es una fase del desarrollo psicoafectivo de la mujer y excede el acontecimiento biológico por el cual una mujer da a luz a un niño. El maternaje es el conjunto de procesos psicoafectivos que se desarrollan e integran en la mujer en ocasión de su maternidad.
Por lo tanto como fenómeno psicobiológico es necesario remarcar que el amor maternal es ambivalente, ambiguo y complejo. No es de ninguna manera un sentimiento puro e ideal, ni tampoco simple, sin conflictos, tal como aparece representado en el imaginario colectivo. Por el contrario es un sentimiento donde se mezclan estrechamente el amor y la agresividad, el investimento y el reconocimiento del otro y la confusión con él.
Aspectos que no se consideraban hasta hace poco en los grupos de preparación al parto y de postparto y que gracias a que se van introduciendo la maternidad va pudiendo ser disfrutada sin tanta culpabilidad.
Pero queda un largo camino hasta que la figura del Psicólogo Perinatal pueda ser accesible en los centros sanitarios, tanto en atención primaria como in situ en el hospital, lo ideal sería como explica la Dra. Alicia Oiberman que se cumplieran ciertas características:
- Ausencia de demanda por parte del paciente: es el equipo quien aborda a la madre considerando que la situación de doble crisis (crisi vital y crisis circunstancial) requiere una ayuda psicológica in situ e inmediata.
- Demanda del equipo de salud: es el neonatólogo, el obstetra, la enfermera, u otra persona cercana a la madre en crisis, quienes reclaman por su ayuda.
- Flexibilidad del encuadre: se trabaja en donde el paciente se encuentre, frente a la incubadora, en las salas de internación conjunta, en preparto o en la misma sala de parto.
Estas peculiares características han permitido comprobar que la palabra emerge a partir de que el psicólogo pone el cuerpo junto al de la madre, al del niño y al equipo médico. Dando posibilidad a que surja la expresión sentimientos y necesidades, en un momento vital en el que surge una transparencia psíquica durante el embarazo y el postparto que habría que acompañar, porque de no sentirse apoyada y sino encuentra su lugar puede convertirse en un riesgo potencial de depresión postparto, todo lo positivo que puede conllevar esa transparencia psíquica en el que una puede desinhibirse, puede tornarse en un momento crítico por ser también una situación de vulnerabilidad.